Hoy el temor se centra en una inteligencia artificial capaz de superar a los humanos y los peligros que esto conlleva.

Ahora
la pregunta es, si surgirá una inteligencia artificial (IA) superior a
la inteligencia humana. ¿Ya está la IA madura como por fin lograr la
ansiada inteligencia artificial que iguale o supere a los humanos? Y
surge otra pregunta tendrá consciencia esa superinteligencia?
Cuando hablamos de una superinteligencia artificial está implícito
que tendrá una consciencia, no concebimos la inteligencia separada de la
consciencia. Aunque yo no creo que tenga porque ser así. Y este es otro
punto de vista, ¿se necesitara construirle una consciencia a las
máquinas? ¿O esta emergerá por si misma?
Los argumentos para la creación de una IA han ido cambiando a lo largo del tiempo, al igual que las expectativas.
El paradigma simbolista
A finales de los 50, después de la arremetida contra la cibernética,
surge la inteligencia artificial, como una ciencia en sí misma, basada
en la idea de construir programas capaces de emular con la inteligencia
humana. Entonces, se consideraba que la mente estaba compuesta por
complejos algoritmos y que el cerebro era centro donde se procesaba la
información, por lo que las investigaciones se orientaran a descifrar
los programas que conforman los estados mentales o sea describir los
conceptos en forma algorítmica. Para ello se desarrollaron nuevos
programas basados en la lógica y la semántica del pensamiento humano. El
paradigma simbólico o simbolista.
No podían faltar las predicciones, y muchos investigadores, a
principio de los 60, afirmaron que en los años 80 se habría alcanzado
una inteligencia artificial que no se diferenciaría de la humana. Demás
esta decir que eso nunca se logró. Pero las esperanzas no se perdieron y
en los 70 surgió una de las aplicaciones que mas expectativa despertó
en la comunidad de IA: los sistemas expertos, los cual crearon una
fiebre parecida a la del oro, y muchas empresas se lanzarón al
desarrollo de sistemas expertos con fines comerciales. Pero, el proyecto
más interesante, fue el proyecto japonés de quinta generación, con el
cual esperaban construir una tecnología, soportada sobre el lenguaje
prolog, capaz de manipular conceptos como lo hace la mente humana, una
máquina basada en inferencia por segundos . Todos estos proyecto
fracasaron y en los años 90, la decepción no se hizo esperar. Los
investigadores de la IA se dieron cuenta que algo estaba mal.
El paradigma conexionista
Las críticas sobre el paradigma simbolista fueron en exceso duras y
fueron muchos los que lo abandonaron, incluido el sueño de hacerse rico
con los sistemas expertos. Ya nadie creía en una heurística general que
resolviera todos los problemas, ni en encontrar una representación
algorítmica adecuada a la resolución de problemas, tampoco el
aprendizaje automático rendía los frutos esperados, y los sistemas
expertos se hacía demasiado costosos debido a la necesidad de estar
actualizando constantemente su base de conocimientos, dado su falta de
contacto con el entorno (alguien los llamo sistemas autistas). Por lo
que se abandonó la simulación por medio de símbolos y algoritmos de la
mente de la mente por la simulación de las conexiones del cerebro, entre
otros métodos conexionistas como los algoritmos genéticos, los agentes
inteligentes, etc.
Ahora en lugar de buscar la representación del conocimiento humano (Ver
Conocer
de Francisco Valera) se buscaba la representación de elementos no
inteligentes (neuronas, agentes, genes) que son capaces de ir conectados
entre si para darle solución a un problema. Conexiones que se van
almacenando como un aprendizaje. Esta flexibilidad permite que estos
sistemas no dependan de una ingeniero de conocimientos que los este
alimentando constantemente, además rompen con el esquema secuencial de
paradigma simbólico que obliga a contar con una máquina de inferencia
que vaya ejecutando las reglas, ahora estos entes (neuronas, agentes,
genes) son se capaces de conectarse entre si y de ajustarse al problema e
ir guardando su experiencia.
Siendo las redes neuronales en las que más se está trabajando. Pero
surgía un nuevo problema, como simular las conexiones del cerebro en una
computadora que no alcanza la velocidad de procesamiento del cerebro.
Aquí surge Moravec, de quien ya hablamos, quien hace una comparación
entre la velocidad de procesamiento del cerebro y la velocidad de
procesamiento de la máquina,
Moravec y el fin de la especie humana, y según Moravec, para el 2020 se alcanzara la equivalencia entre el cerebro humano y la máquina.
La explosión de inteligencia
Lo anterior ha ido conduciendo a un nuevo enfoque de la IA, lo cual
ha divido a los investigadores de IA en dos grupos, los que defienden la
explosión de la inteligencia (cuando las maquinas superan e igualan al
humano) por medio del software (los programas) y los que creen en la
velocidad del hardware. Y ante la dificultad que han venido
desarrollando la programación de una IA tanto desde el paradigma
simbolista como el conexionista, muchos investigadores se inclinan por
la velocidad del hardware, y con ello la idea de construir máquinas cada
vez más potentes y que en un futuro próximo (después del 2020) serán
capaces de igualar la velocidad de procesamiento de información del
cerebro, basándose en
la inteligencia artificial fuerte.
En realidad, el proyecto de crear una superinteligencia consiste en que
una vez que las máquinas alcancen la inteligencia humana, ellas sean
capaces de construirse a si mismas cada vez mejores
En cambio los defensores de una explosión de inteligencia por medio
del software, son más moderados (con excepción de Minsky y de Google que
a ratos parecen contradecirse) y no están dispuestos a seguir
arriesgándose públicamente, a pesar del las aplicaciones que se han
logrado por medio de las redes neuronales en los últimos tiempos.
Viabilidad de la inteligencia artificial (IA)
En el artículo anterior habíamos visto la viabilidad de una
inteligencia artificial ya que para muchos esa será la forma más rápida
de alcanzar la inteligencia artificial. Hoy la máquina supera al campeón
del mundo en ajedrez, no sería esto razón suficiente. Sin embargo, ya
hemos visto que la máquina no utiliza la misma forma de pensar que el
humano, su fuerza se basa en su velocidad de cálculo que le permite
explorar de forma casi exhaustiva todas las variantes, además, por
supuesto, de contar con valoraciones estratégicas, pero lo que la hace
invencible es su velocidad para calcular las variantes, el algoritmo de
fuerza bruta. Pero, esto apoya la tesis que según las máquinas mejoren
su hardware obtendrán resultados mejores así, hasta superar a los
humanos en todas sus facetas.
A diferencia de los padres de la Inteligencia Artificial, que
pensaban que la mente podía ser representada por medio de algoritmos y
que esta podía ser programada totalmente en una computadora. Creen que
las maquinas dado el progreso acelerado de la potencia de su hardware
despertarán en algún momento como una inteligencia, esto nos lleva al
concepto de emergencia basado en que las máquinas serán cada vez más
veloces, tendrán más memoria y que esto emergerá en una nueva
inteligencia. El mismo concepto se aplica para Internet, donde las
conexiones entre humanos y maquinas se comportaran como neuronas dentro
de una gran red, por lo que en cualquier momento de ellas emergerá una
inteligencia (cerebro global).
Personalmente me deja cierta preocupación que los aciertos de la IA
surjan de métodos tan simples como búsqueda por fuerza bruta, y que la
contribución más importante para el avance de la IA haya sido la Ley de
Moore y los aumentos implacables en la velocidad de la computadora.
En cambio los investigadores de IA, siguen creyendo que, aunque pueda
tomar décadas para aclarar todos los detalles, no hay nada adicional
subyacente en el pensamiento: es solo tratamiento de la información. Y
siguen aferrados a la metáfora de que el cerebro es equivalente al
hardware de una computadora, por lo que es totalmente factible
transferir la mente de un soporte (el cerebro) a otro (la máquina).
Hay quienes afirman que la idea de crear una inteligencia artificial
partiendo de cero, resulta una tarea casi imposible, en cambio, parece
más lógico aprovechar la creación de la naturaleza y trabajar sobre
ella. Parece obvio. ¿Por qué no aprovechar el camino recorrido por la
inteligencia humana en lugar de crear una nueva? Son muchos los que
piensan así y prefieren trabajar en aras de una superinteligencia
híbrida donde se combine lo mejor de los humanos con lo mejor de las
máquinas.
En general los teóricos del la singularidad definen la
superinteligencia: como cualquier forma de inteligencia artificial
basada en la capacidad del sistema de autoaprendizaje. Estas redes
neuronales artificiales serían capaces de superar a los mejores cerebros
humanos en prácticamente cualquier disciplina, incluyendo creatividad
científica; sentido común, y habilidades sociales. Muchos científicos
han presentado el argumento de que tanto el hardware necesario como el
software requerido para la superinteligencia serán desarrollados en las
primeras décadas del siglo XXI (
Inteligencia artificial, el futuro del hombre).
Veamos los presupuestos que se tienen en cuenta para lograr una explosión de inteligencia basada en el hardware:
• La evolución de las máquinas es más rápida que la de los humanos,
mientras las máquinas sufren un crecimiento acelerado, la evolución
natural de los humanos está prácticamente detenida.
• La aceleración de las tecnologías se seguirá incrementando hasta
llegar a un punto que escapa a las capacidades de los humanos
(singularidad tecnológica).
• Las máquinas se irán auto construyéndose a sí misma, cada vez más
perfeccionadas, más veloces, con más memorias, dotadas de mejores
algoritmos; podrán llegar a convertirse en máquinas superinteligentes
que superen a los humanos.
• La inteligencia de las máquinas dada la complejidad que irán
adquiriendo y las conexiones internas (circuitos) o externas (redes)
podrá despertar como una entidad auto consciente.
Ahora mencionemos las ventajas que tendrá el surgimiento de la IA. Moravec, destaca las siguientes:
• Aumentar la velocidad de cálculo
• Extender la vida
• Vivir en un espacio reducido; en una computadora
• Viajar a la velocidad de la luz
• Incrementar los conocimientos; podrían aumentar su memoria, agregar nuevos sentidos, etc.
• Aprender y comunicarse directamente; comunicación directa mente a mente.
Riesgos de la IA
Hoy son varios los escenarios que pone en peligro a la raza humana
entre los que se destacan, la degradación del planeta y el desarrollo
acelerado de las tecnologías, que cada vez responde menos al desarrollo
humano, y parece escapar a todo control. Siendo la aceleración
tecnológica representa un mayor peligro que el deterior del planeta.
El director del instituto, el filósofo sueco Nick Bostrom, en el
documento Riesgo existencial como prioridad global, argumenta que los
dirigentes internacionales tienen que prestarle mucha atención a una
serie de amenazas y advierte: “lo que está en juego no puede ser más
importante: si nos equivocamos, éste puede ser el último siglo de la
humanidad”. A lo que insiste “Son amenazas sobre las que no tenemos
historial de supervivencia”. Y agrega: “Estamos al nivel de los niños en
términos de responsabilidad moral, pero con la capacidad tecnológica de
adultos”.
Señalemos algunos de los riesgos existenciales:
• Inteligencia artificial mal programada.
• Mal uso de la nanotecnología.
• Mala utilización de la biotecnología.
• Uso generalizado de las prótesis (convirtiéndose en un robot)
• Tecnologías autónomas que se escapan de las manos (máquinas que se auto construyen a si mismas)
Daniel Dewey, quien se enfoca en superinteligencia artificial, habla
de una “explosión de inteligencia” en la que el poder acelerado de las
computadoras se vuelve menos predecible y controlable. “La inteligencia
artificial es una de las tecnologías que pone más y más poder en
paquetes más y más pequeños”, dice, quien antes trabajó en Google. “Así
como con la biotecnología y la nanotecnología, se pueden hacer cosas que
resultan en reacciones en cadena, y con muy pocos recursos se pueden
emprender proyectos que pueden afectar a todo el mundo”.
El progreso tecnológico ha ido pasando de las herramientas, las
máquinas manejadas por el hombre, a las máquinas autónomas cada vez más
inteligentes (según avancen las técnicas de inteligencia artificial) que
irán inevitablemente formando parte de la vida social de los humanos,
ya no como herramientas o máquinas (automóviles, computadoras, grúas,
etc.) sino como máquinas superinteligentes capaces de tomar decisiones
junto a los humanos. Ahora, la pregunta es: ¿estamos preparado para ese
futuro?
Hasta ahora estamos apostando por el progreso tecnológico y se ha
ignorado el progreso humano, de ahí las consecuencias que se vislumbran
hacia una tecnología fuera de control. Podemos afirma que vamos a ciegas
hacia el futuro y resulta significativo que un pionero de la ideología
transhumanista, como Nick Bostrom, comience a preocuparse de las
consecuencias imprevista de la aplicación sin control de las
tecnologías.
Como he dicho en otras ocasiones, el problema no es de si podemos
controlar a la IA sino de cuáles son nuestros intereses y cuales
nuestros ideales, pienso que el verdadero problema está más en nuestra
propia mentalidad y en lo que esperamos de las máquinas, ya que estas se
insertarán en nuestro contexto; o como un colaborador, si somos capaces
de serlo; o en un competidor, si seguimos enfrentándonos los unos a los
otros. Tampoco creo que los expertos desde sus centros de investigación
puedan encontrar los mejores resultados, los problemas nunca se han
podido resolver con propuestas, y sobre todo si estas no van a la causa
de los problemas: nuestra mentalidad individualista, consumista,
competitiva y hegemónica, que nos lleva a vivir en constante
enfrentamiento. Ahora, ¿quien le pone el cascabel al gato? Los problemas
siguen “vivitos y coleando”, y como solución se propone una
tecno-utopía, donde las tecnologías vendrán a resolver todos los
problemas como por arte de magia, ya no hay que preocuparse del medio
ambiente, de la contaminación, de los enfrentamientos, de la pobreza…
Por supuesto que este super-optimismo no convence a casi nadie, pero se
está convirtiendo en una esperanza en un mundo carente de grandes
ideales y donde el consumismo y el TENER (en lugar del SER) se han
convertido en la primera premisa de la humanidad.